La receta que os traigo hoy es muy fácil de hacer y el resultado es una galleta cuyo interior tiene una textura mucho más parecida a la de un bizcocho que a la de una galleta. A mis hijas les encantaron porque desaparecieron en un santiamén.
Aunque haga calor no me resisto a encender el horno, pero intento preparar recetas que no requieran mucho tiempo de preparación, porque paso más calor en la cocina durante el cocinado que durante el horneado.
INGREDIENTES:
- 1 taza de nata
- 1 taza de azúcar
- 2 yemas de huevo
- 1 cucharadita de bicarbonato
- harina (la que admita, hasta que la masa no se pegue a las manos)
- clara de huevo
1. Precalentar el horno a 180 grados
2. En un cuenco mezclaremos la nata y el azúcar hasta que queden bien ligadas.
3. Añadimos las yemas, el bicarbonato y la harina, amasando hasta que la masa no se pegue a las manos.
4. Con un rodillo estiramos la masa sobre una superficie lisa enharinada hasta que tenga un grosor de medio cm y cortamos las galletas con el cortador que más os guste y si no tenéis con un vaso.
5. Colocamos las galletas en una bandeja de horno cubierta con papel de horno y pintamos la superficie con la clara de huevo.
6. Hornear durante 25 o 30 minutos hasta que la superficie se haya dorado.
7. Dejarlas enfriar antes de comerlas.
Y ya ya están listas para acompañar el cafelito de después de comer o de la merienda.
¡Nos vemos pronto!
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