Este verano hemos comenzado nuestras vacaciones en familia de una manera especial. Hacía unos meses que Mariví Ortega nos había invitado a conocer La Brizna, en Cañamero (Cáceres) y por unas cosas o por otras no habíamos tenido ocasión de aceptar su invitación. Y después de haberlo hecho nos hemos ido encantados con un poco de tristeza por no podernos quedar más tiempo. Hemos estado como en casa y mis hijas quieren volver porque dicen que es el sitio que más les he gustado de todos en los que han estado este verano.
La Brizna, fue el sueño que hicieron realidad Nieves Delgado y su familia y que se concreta en siete casitas de madera (violeta, blanca, amarilla, roja, azúl, verde y naranja) rodeadas de naturaleza, de vistas, de silencio, de relax, en el interior del
Geoparque Villuercas-Ibores-Jara.
Es un destino ideal para los amantes de la naturaleza, de la tranquilidad, del senderismo, de los animales: en los montes habitan jabalíes, corzos, buitres leonados, águilas reales .... Los niños pueden correr, pasear por el campo, descubrir animales, coger almendras, ciruelas, y si vais en verano bañarse en la piscina. Se puede visitar hasta una mina, la Mina Costanaza.
Desde Sevilla se tardan casi 4 horas en llegar por la Vía de la Plata hasta Cañamero en Cáceres (otro día contaré como viajar con niños pequeños y no morir en el intento).
La Brizna está a unos 13 Km de Guadalupe, así que desde otros puntos de España solo tenéis que tomar esa dirección. Una vez en Cañamero hay que coger una calle estrecha que queda a mano izquierda y está señalizada, junto al desvío que va hacia Berzocana, justo enfrente de una fuente o pilón decorado con flores. Nosotros lo encontramos solos, pero en Cañamero nos comentaron que normalmente los huéspedes llaman por teléfono a La Brizna y ellos acuden a buscarlos.
Cuando llegamos nos encontramos con una gran sorpresa. Nos habían alojado en la Cabaña Roja. Llegamos con el coche hasta la misma puerta y la llave la encontramos, como en las películas, debajo de una pesada piedra.
Cuando entramos en la cabaña todo fue sorpresa. No esperábamos que una casita de madera estuviese decorada con tan buen gusto. Las niñas alucinaron, no hacían más que correr de un lado a otro, llamando mi atención y la de su padre: ¡Mira mamá! ¡Mira papá! Mereció la pena el largo viaje solo por ver sus caritas de emoción: el columpio que había junto a la escalera, el lavabo del cuarto de baño, el árbol de los deseos, la habitación, la cocina, el comedor, la ducha efecto lluvia ... No faltaba ningún detalle. Hasta nos habían dejado prestadas dos bicicletas por si queríamos dar una vuelta por la finca. Fue como llegar a nuestra propia casa.
La casa estaba completamente equipada: aire acondicionado, televisión, wifi, cocina eléctrica, nevera, microondas, plancha, cafetera y el menaje necesario para cuatro personas.
Nos instalamos y dimos una vuelta, descubriendo las demás cabañas, la piscina, el Buda de los deseos y los agradecimientos, y conocimos a Juanito (un perrito que nuestros anfitriones habían recogido en la autovía de Madrid) y al guardián de La Brizna, un mastín muy simpático al que le había dado por comerse los cojines de la piscina y que desayunó con nosotros uno de los días.
Nos dieron la bienvenida Nieves y Antonio, que nos comentaron todo lo que podíamos hacer por los alrededores, nos indicaron dónde estaba la piscina y además nos sugirieron algunas rutas de senderismo que podíamos hacer con las niñas, además de llevarnos el desayuno todas las tardes en unas cestas de mimbre preparadas con gran cariño.
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Vistas desde la Cabaña Roja |
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Un detallazo: las bicicletas |
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Cada cabaña tiene un columpio en la puerta |
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El columpio: el lugar favorito de las niñas |
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La cocina: con nevera, cocina eléctrica, microondas ... |
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La alacena |
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Dormitorio principal. Además hay un sofá cama |
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Ducha efecto lluvia. ¡Queremos una para casa! |
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El lavabo ¡ideal!¡cómo nos gustó! |
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Detalles de la puerta principal |
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Unos maceteros muy cuquis |
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El árbol de los deseos: también dejamos los nuestros |
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Cesta del desayuno: pan, bizcocho, cafe, colacao, mantequilla, mermelada, tomate, aceite, fruta |
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El Volkswagen rosa |
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Una ventana al horizonte |
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La piscina |
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Preguntad el horario porque hay clases de Aquagim |
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El Buda de la piscina |
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Cogimos almendras |
Aunque nuestra estancia fue a primeros de Julio, no hizo demasiado calor, lo que nos permitió hacer el Sendero de la Cueva Chiquita junto al río Ruecas, vimos pinturas rupestres (están al aire libre, no hay que entrar en ninguna cueva y es perfectamente accesible para los niños) y disfrutamos de la naturaleza. Increíble la frondosidad de la rivera del río. Cuando uno piensa en Extremadura no se imagina que pueda haber tanta agua y tanta vegetación. ¡Nos sorprendió!
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Pinturas Rupestres de la Cueva Chiquita: Dragón |
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Frondosidad de la Rivera del Rio Ruecas Alto |
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En el río vimos peces, renacuajos, ranas, galápagos ... |
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Un sendero acondicionado y muy fácil para los peques de la casa |
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Madroños |
Y si los días son fantásticos, las noches son extraordinarias, silencio, relax, tranquilidad, solo interrumpida por el canto de los grillos y el ulular de mochuelos y buhos. ¡Vamos una delicia! ¡Creo que no he dormido mejor en mi vida!
Y si os gusta la gastronomía, podéis disfrutar de ella también: productos del cerdo (lomo, jamón, morcillas, cochinillo), aceite, vino, miel, la rosca de muédano, los cortadillos ....
Esta ha sido nuestra galería de fotos de nuestra estancia en La Brizna. Espero que os gusten y que disfrutéis de ellas tanto como nosotros:
¡Estamos deseando volver de nuevo!
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Puedes dejar tu mensaje de agradecimiento en una losa de pizarra |
¡Muchísimas gracias a Nieves, Antonio y a Mariví por permitirnos disfrutar de unos días increíbles en familia!
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Nosotros también dejamos nuestro mensaje |
Si os ha gustado el sitio y queréis disfrutar como nosotros aquí os dejo su página web para que podáis contactar con ellos.
¡Os encantará! os lo aseguro.
¡Nos vemos pronto!
Blanca