Para aprovechar un resto de harina de avena que me había sobrado de hacer las crèpes y para que mi hija Blanca dejara de pedir que le hiciera tortitas, hace unos días preparé este dulce típicamente americano pero que encanta a todo el mundo.
Siempre que voy a introducir un ingrediente nuevo en una de mis recetas me tiento la ropa, porque no se que reacción van a tener mis hijas cuando la prueben. Ellas saben perfectamente lo que les gusta y lo que no, y no se cortan ni un pelo si me tienen que decir que no les gusta, así que estaba expectante por el resultado.
Al final mis temores fueron infundados porque desaparecieron nada más ponerlas en la mesa. Les encantaron, así que habrá que repetirlas.