Ahora les ha tocado aprender a prepararlos a mis hijas. Les encanta amasar la bola de masa, formar las rosquillas, bañarlas en azúcar y sobre todo comérselas, jaja. Freirlas se queda para mami hasta que sean un poquito más mayores.
Ha sido la receta del verano, creo que han sido cuatro o cinco las veces que los hemos preparado para merendar, aunque tradicionalmente es una receta propia de Semana Santa, pero están tan buenos que por qué no disfrutarlos durante el resto del año.